Dos horas antes de acostarse es buena hora para dejar de trabajar y alejarse de la luz intensa y de la luz azul ya que estas retrasan la producción de melatonina, la hormona del sueño.
Las puertas de la casa, abiertas de par en par desde el amanecer hasta la hora de acostarse, fueron cerradas durante la siesta, con el pretexto de que el sol recalentaba los dormitorios, y finalmente se cerraron para siempre.